En una amena conversación con unos cubanos de
los que llegaron a #Venezuela como parte del contingente de milicianos que los
Castro enviaron como mercancía. La conversación se prolongó y fuimos entrando
en confianza, hubo relatos interesantes de su llegada y de su transcurrir en
estas tierras.
Las señoras a su llegada fueron acogidas por
familias marabinas que creían en el proceso. A la hora de ser alojadas les
mostraron su habitación, en tono ameno casi chistoso comentaron las cubanas,
con el gesto de afirmación de quienes las acogieron; que al mostrarles los
gabinetes para acomodar su indumentaria, las hospitalarias señoras le
preguntaron por su ropa interior la cual brillo por su ausencia. Un poco
alarmadas las hospitalarias familias al día siguiente las llevaron a Makro y
fue todo un acontecimiento el que le compraran media docena de pantaletas a
cada una. Las visitantes asombradas preguntaban ¿cuántas podían comprar?
y mayor asombro fue escuchar "todas las que quieras según el dinero que se
tenga".
Manifestaban que vivieron de sorpresa en
sorpresa, entre otras cosas ver pagar con dinero plástico o sacarlo de una
máquinas incrustadas en la pared. Poder llegar a un restaurante o supermercado
y comprar a gusto y sin limitaciones. Manifestaban sentirse privilegiadas por
la gente que las atendían y les permitían vivir como nunca, a pesar, que su
remuneración no era mucha, porque el pago lo recibía el gobierno cubano y le
asignaba solo un monto para lo estrictamente necesario.
Comentario similar hicieron los caballeros, uno
de ellos dijo que lo trajeron para desarrollar un producto que no conocían
(azúcar refinada) con técnicas y maquinarias que le parecían de otra galaxia;
en el trayecto de la conversación hablaban como maracuchos con acento cubano,
algunos ya con familia formada y muy relacionados con los nativos.
Luego hubo profundas reflexiones y con gestos
de dolor, como perseguidos por un azaroso destino pronunciaban "ÑOoo otra
vez", exclamación de preocupación ante la amenaza de pasar nuevamente por
el trauma de la pobreza, las limitaciones, la miseria, la esclavitud. Expresaban
"esto pinta igual que allá (Cuba)", y uno de ellos advirtió una
diferencia "Mira hermano allá corríamos peligro con el gobierno, aquí es
el gobierno y la calle". "ÑOoo otra vez".
¡Que vaina es
esta!, y los contertulio casi al unísono exclamamos "coño de la
madre!"
Edgar Luzardo Añez
18 de mayo de 2016
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