miércoles, 22 de abril de 2015

EL RESENTIMIENTO

Nietzsche hablaba de "el oscuro sótano del resentimiento", con lo cual transmitía la connotación peligrosa y tenebrosa de esa posición. El resentimiento es el rencor que dura mucho, o la ira que se prolonga, o el odio envejecido, o la enconada vocación de venganza. Expresa residuos negativos que se funden y confunden con otros sentimientos destructivos. Generalmente, el resentido asume una actitud de venganza y toda venganza es cruel, porque conlleva a excesos y radicalismo.

El resentido es un esclavo del supuesto victimario, ya que no puede pensar, sin sentir y hacer de manera desligada de la situación que produjo ese victimario. El sentirse víctima es ya convertirse en un esclavo. Por lo general, con el resentido ocurre algo análogo a lo que sucede a los elefantes. Estos, cuando muy jóvenes son atados de manera muy fuerte con el fin de que se acostumbren y acepten durante toda la vida que un simple anillo en una pata es ya una limitación a su libertad. Cuando grandes no intentan escapar si tienen el dispositivo. En alguna parte leí una referencia a la novela de C.S. LewisThe horse and his boy”, en la cual el protagonista, que era un caballo parlante, sostenía que uno de los peores resultados de ser esclavo y de ser forzados a hacer cosas, es que cuando ya nadie te obligue, a causa de su vejez o de la libertad, uno se encuentra sin el menor poder de obligarse así mismo.

Otro problema patético del resentido es que desecha cualquier situación y cualquier tiempo para desarrollar una vivencia positiva. En efecto, el resentido no aprende del pasado; reniega del pasado; se atormenta del presente y desaprovecha el presente; hipoteca el futuro y se resiste a su futuro. En este contexto, se renueva la sentencia de E.M. Cioran: "Cuando uno no puede liberarse de si mismo, se deleita devorándose". Esta es también la penitencia a la que se encuentra expuesto el resentido: no tener tiempo ni espacio para la plenitud humana derivada de la gratitud, de la solidaridad, de la compañía y de la ternura.

El resentido pierde todo su tiempo y desprecia toda ocasión. Siempre esta consumido por una colección de recuerdos que, a la manera de ácidos, siempre corroen el recipiente, representado en este caso por la conciencia. Ciertamente, el resentido acumula un odio proporcional al momento en el cual fue víctima del supuesto victimario. Por eso, está condenado a cargar con su propia penitencia. Una penitencia que procede al no poder vivenciar la extraordinaria dimensión de la gratitud, al no poder sentir la liberación del perdón, al no poder compensar el vacío con la presencia revitalizadora del otro, al no poder realizarse a través del olvido, al no poder limpiar el corazón por medio de la reconciliación. El resentido absorbe, gota a gota, un tóxico que lo conduce al envenenamiento severo del espíritu.

Victor Guedez
Extracto del libro "Ética, Política y Reconciliación"

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