miércoles, 12 de agosto de 2015

Memorias de Andrés Eloy Blanco

Mi padre nos relató la anécdota de un caudillo castellano, llamado por su jefe el adalid recibió órdenes de ir a pelear contra un noble enemigo. Indignado el superior ante no sé qué retrecheras frases de su adversario, dióle severas instrucciones a su teniente: 

-Le venceréis y si lo tomáis vivo, me lo traeréis atado a la cola del caballo; y al entrar en mi castillo, haréis que haga la entrada de rodillas.  

A cuyas órdenes respondió el subalterno:   

-Señor: si me ordenáis combatirle, al momento saldré; si me ordenáis vencerle, en Dios confió para ello; si me ordenáis ultrajarle, llamad a otro, señor, que yo no tengo fuerza para ello. 

Noble es vuestro enemigo y a vos, a él y a mí, nos liga el pacto de la nobleza.  

...y mi padre ponía especial cuidado en tergiversar el sentimiento de la "nobleza" expresada por el adalid, diciéndonos que el respeto del semejante y el respeto a si mismo eran más hijos de la nobleza del pensamiento que de la nobleza del linaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario